Remota.
Arqutectura de German del Sol
Señalasteis remotas referencias, recogisteis las huellas dejada por el hombre.
Aquí , en donde acaba la emigración humana, en donde aún está presente la geología intocada y el comienzo del mundo sin el hombre.
Arquitecto, quisisteis señalar y resumir su trágico trayecto , dejasteis primero las piedras de los ventisquero retirados,
Los troncos negros del paso del colono despiadado, que no vio en el bosque los templos sagrados y que no vio al indígena su hermano, solo vio el oro de sus rebaños desparramados.
Incorporasteis en los fogones circulares, los templos pasajeros del Tehuelche.
Escuchad estos fogones aquí simbolizados oíd sus cuentas de piedras afiladas , son los lamentos del yámana, del sélknam , del Ona y del Tehuelche. Con quienes no supimos compartir sus inocencias intocadas.
Otro es el fuego que sube ahora por los cañones metálico, símbolo de la noche negra iluminada por los fuegos del Yagan.
Ya no es la canoa frágil , si no un barco eternamente varado a las orillas del canal.
Reprodujisteis la tierra dividida por los cercos que repartieron el infinito, pero aquí no es división so no alabanza , notas sucesivas hacia lo alto , divisiones del espacio de un claustro que no recoge el oro blanco si no los tesoros del peregrino contemporáneo. Espacios silenciosos para escuchar los vestigios de un mundo sagrado ya olvidado.
Trapezoides andinos en las ventanas , habitaciones sagradas de las momias, místicos dinteles que cobijan lo inmensurable.
Pusisteis la tela asfaltada recordando la lata martillada de la casa del colono, Formas distintas de las ventanas según la diversidad de las miradas.
Respetasteis la topografía que encontrasteis, subisteis y bajasteis según las inclinaciones dadas, Los techos son también el suelo de la pampa, que dejan el edificio abandonado.
Todo circula en los pasadizos zigzagueantes, en estos ríos luminosos, o en los obscuros corrales que nos conducen a la muerte pero que sin embargo desembocan en estos ríos blancos laterales.
Pusisteis límites de corrales, de horizontes y diagonales hechas de múltiples palos verticales como notas de una música callada. Descendemos con ellos poco a poco para fundirnos en el fiordo y la cordillera lejana.
Podemos ir ahora por canales y las cumbres nevadas , por ventisqueros y lagos , podemos ir ahora con el viento en los espacios inhumano, acompañar al cóndor y al guanaco en su libertad ilimitada. Podemos ir por el mar de coirones dorados y bajar por los ríos de hielos milenarios . Todo esto podemos reunir cada día en los patios de hierbas doradas, entre los monumentales cercos de los menhires australes.
Recordasteis también la huella del indio americano con el caluroso color del huipil andino, con las piedras sombrías del araucano, con el anónimo cántaro cotidiano que simbolizan la ceremonia de la vida .
Los troncos ahuecado que guarda el alimento, las espadas de madera que rasgan el agua , los ponchos tejidos de vientos y de vida cotidiana.
Dejasteis la huella del emigrante chilote que pobló estas tierras lejanas, depositasteis aquí el vientre negro de sus barcas , en el mar de piedra verde de los suelos.
Recordasteis la faena del colono, el secado de las lanas en los techos enrejados.
En los transparentes techos de nieve estrellada , en donde llegan columnas y muros blancos , resumisteis el cosmos de estas tierras , son los ventisqueros y las nieves silenciosas y el sol que traspasa el techo de nubes apresuradas.
Los muebles y los tablones ennegrecidos por el fuego, son los contrastes del hombre civilizado.
Aquí en la ultima esperanza quedó el último barco con sus chimeneas encorvadas , que zarpa eternamente por fiordos y ventisqueros , por lagos y por mares dorados .
Juan Echenique
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